domingo, 16 de mayo de 2010

La primera del año

Desde luego el título de esta entrada es engañoso. Pasa la primavera y aún no he visto una sóla libélula ni un sólo caballito del diablo. Hubo unos días muy buenos atrás pero no fue suficiente. Tengo que echar mano a mi viaje a Jordania, concretamente a las marismas de Azraq, en el desierto de basalto. Es esta una extensa llanura de basalto, absolutamente desierto en la que apenas hay vida, hasta que llegamos a un oasis lleno de agua en el que crece verde: tarays, cañaverales, algunas acacias, juncos, y se ve alguna vida que no esperábamos en nuestra excursión: carriceros, pechiazules, aguilucho lagunero, … Sobre las láminas de agua se ven volando algunas libélulas del género Anax, pero no soy capaz de llegar más allá debido a su vuelo inquieto y rápido y los muy abundantes Ischnura elegans. Por supuesto para colonizar estas marismas, sus antepasados debieron de ser muy buenos voladores. No hay agua dulce permanente en muchos kilómetros a la redonda, si bien, estas marismas debieron ser mucho más extensas en el periodo neolítico. Hay un pequeño centro de interpretación de las marismas en la que se ven fósiles de fauna y hay expuestos huesos de hipopótamos, de rinocerontes, de caballos salvajes, …. También puedo ver un pececillo endémico de estas marismas, muy emparentado con los fartets y samarucs de nuestra costa mediterránea: Aphanius sirhani. Desde luego el agua es vida. Lástima que se tenga que bombear el agua del oasis para abastecer el agua corriente de la ciudad de Amman, a unos 100 kilómetros de aquí. O se busca otra solución o la marisma se muere.
Ischnura elegans, macho joven. Marismas de Azraq (Jordania), marzo 2010

Aphanius sirhani. Marismas de Azraq (Jordania), marzo 2010

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